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HISTORIA DE LA DANZA LA KALLAHUAYA

Según la versión del antropólogo francés Jean Vellard “Kallahuaya” era un personaje conocido desde la época del tiahuanaco, siglo XI a XII después de cristo, que se dedicaba a la medicina empírica y a la danza y era practicada por un grupo étnico integrado por los que tenían ese oficio.
Según el historiador Markahm “Kallahuaya” era el portador de remedios.
Entonces, la Kallahuaya, es la danza de los curanderos, yatiris, paqos, médicos andinos, que eran trashumantes personajes, hombres y mujeres que se desplazaban por el altiplano, llegaban a la costa y selva del Perú, llevando brebajes, pócimas, yerbas, zahumerios y rezos para curar las enfermedades del cuerpo y el alma.
Esta danza a sufrido modificaciones a través del tiempo, de danza aborigen de varones se convirtió en danza mestiza mixta y los trajes que en sus inicios eran de lana, totalmente cubiertos con monedas de plata, al igual que una chuspa o bolsa de unos 30 a 50 cm. de tamaño, fueron sustituyéndose por otros adornos más llamativos aunque menos ostentosos.
La danza de la Kallawaya es la representación de los Médicos herbolarios, ambulantes curanderos andinos, que realizan con plantas, yerbas y animales existentes en el altiplano donde esta es la representación del médico viajero que portaba una tradicional llanticj ( el paraguas o sombrilla que presenta la danza) Pese a su condición de extranjeros entre los Incas, su fama como depositarios de la ciencia permitió a los kallawayas gozar de un rango superior debido a su dominio de la farmacopea vegetal, animal y mineral, así como del diagnóstico y tratamiento de múltiples enfermedades. 
Sus largas caminatas por el mundo andino y sus alrededores llevando salud a los ayllus, son recordadas en las danzas kallawaya que se presentan en las festividades y que se destacan por la agilidad para atravesar montañas. 
Estos médicos herbolarios de las regiones de Charazani, Curva, Niño Korin, K'anlaya, Chajaya, etc., al noroeste de La Paz, pertenecen a la denominada Cultura Mollo, descendiente directa de Tiahuanaku. La Vasta variedad de plantas medicinales utilizados en sahumerio y emplastes curativos proviene de diferentes lugares ecológicos: Valles, llanos, Yungas, Altiplano, serranía, e incluso de la costa: algas, conchas marinas, y guano. Los actuales kallawayas venden toda suerte de amuletos, talismanes y ofrendas para personajes míticos de la cosmogonía andina.
Los saltos agiles de los danzarines recuerdan el despliegue del médico itinerante con su sombrilla de plumas de avestruz para cubrirse en sus largas caminatas llevando salud espiritual y material a los ayllus. Por eso inclusive hoy, pese a mutaciones y mestizajes, los hijos de la Cultura Mollo o Kallawaya mantienen rasgos distintivos: por ejemplo, si bien hablan el quechua (runa simi) o el aymara (jake-aru), tienen un idioma peculiar y presuntamente descendiente de noble alcurnia y tienen un status superior.
Los Kallawayas son una etnia de médicos tradicionales indígenas, reconocidos por la UNESCO como "Patrimonio de la Humanidad". Representan la medicina más antigua y mejor conservada del mundo. En la antigüedad eran médicos itinerantes que enseñaron su medicina a los Incas y luego a los Jesuitas.
Proclamación 2003: "La cosmovisión andina de los kallawayas"
Los orígenes del grupo étnico de los kallawayas, están afincados en la región montañosa de Bautista Saavedra, al norte de La Paz, se remontan a la época preincaica. Al igual que muchos otros aspectos de la cultura andina, sus prácticas y sus valores han evolucionado con la fusión de las religiones indígena y cristiana.
Este arte de curación, que está reservado a los hombres, procede de un conocimiento extraordinario de la farmacopea animal, mineral y botánica, así como de todo un corpus de conocimientos rituales indisociables de las creencias religiosas. Los curanderos itinerantes tratan a los pacientes gracias a unos conocimientos médicos y farmacéuticos que se articulan en torno a un sistema complejo de transmisión y de aprendizaje en el que el viaje desempeña un papel preponderante. Al atravesar ecosistemas muy variados en el transcurso de sus viajes, los curanderos kallawayas perfeccionan sus conocimientos de las plantas medicinales. La farmacopea kallawaya, que consta de unas 980 especies, es una de las más ricas del mundo. Las mujeres kallawayas participan en ciertos ritos y se consagran a la salud de las mujeres encintas y de los niños. Ellas tejen los paños que se utilizan en los ritos, cuyos motivos y adornos evocan la cosmovisión kallawaya. Durante las ceremonias rituales, grupos de músicos llamados kantus tocan la zampoña y el tambor para entrar en contacto con el mundo de los espíritus.
En los últimos años, el modo de vida tradicional de los kallawayas se ha visto amenazado por la aculturación, lo que puede entrañar la desaparición de este acervo extraordinario de conocimientos médicos. La tradición también se ha visto afectada por la falta de protección jurídica de las comunidades indígenas y frente a las grandes empresas farmacéuticas.
VESTIMENTA
Hoy el varón usa un sombrero de paño negro con la copa en punta, ornado con un barbuquejo con monedas de plata, camisa blanca, corbata negra, poncho tejido de lana al igual que las llicllas, adornado con algunas piezas de vajilla de plata, adornos antiguos del mismo material, además de espejuelos, una faja llamada chin chin de color vivo cubierta con monedas de plata sujeta su cintura, al igual que una bolsa, a esto se añade un pantalón negro con un ribete de color llamativo en los costados.
Las mujeres usan sombreros iguales a los del varón, blusa de seda de color blanco, dos fajas de lana tejida, adornada con objetos de plata, medias nylón y zapatos negros o blancos.
Al igual que los curanderos antiguos los danzantes llevan un paraguas para protegerse del sol y la lluvia y amuletos que antes utilizaban para curar a los enfermos. Los objetos y adornos de plata simbolizan la riqueza de los bailarines, la bolsa es el depósito de las yerbas medicinales.
Los kallahuayos son los predecesores de los actuales médicos y se dice que fueron más efectivos.
COREOGRAFIA
Es ejecutada por danzantes de toda edad con movimientos rítmicos y cadenciosos se saludan las parejas después de cada compás, con una sombrilla que hacen girar rápidamente a uno y otro lado, con medios giros y en forma pausada, al compás de una melodía sincopada.
Los danzantes en pareja también ejecutan desplazamientos en grupo, ya sea en ruedo, rombo, filas, de a cuatro, pero sin perder de vista y cortesía a su pareja.
Actualmente la APAFIT tiene hasta doce figuras para presentarlas en escenario.
MUSICA
La música antiguamente era ejecutada por un grupo de cinco personas que tocaban pito o flauta traversa de sonido agudo, tambor y bombo, pero este grupo musical ha sido sustituido por bandas de hasta 50 o más músicos en la actualidad.

DANZA KALLAGUAYAS
Esta danza a sufrido modificaciones a través del tiempo, de danza aborigen de varones se convirtió en danza mestiza mixta y los trajes que en sus inicios eran de lana, totalmente ataviados con objetos y monedas de plata, al igual que una chuspa o bolsa de unos 30 a 50 cm. de tamaño, fueron sustituyéndose por otros adornos más llamativos aunque menos ostentosos.
La danza de la Kallawaya es la representación de los Médicos herbolarios, ambulantes curanderos andinos, que realizan con plantas, yerbas y animales existentes en el altiplano donde esta es la representación del médico viajero que portaba una tradicional llanticj ( el paraguas o sombrilla que presenta la danza) Pese a su condición de extranjeros entre los Incas, su fama como depositarios de la ciencia permitió a los kallawayas gozar de un rango superior debido a su dominio de la farmacopea vegetal, animal y mineral, así como del diagnóstico y tratamiento de múltiples enfermedades.
Sus largas caminatas por el mundo andino y sus alrededores llevando salud a los ayllus, son recordadas en las danzas kallawaya que se presentan en las festividades.
REINO KALLAWAYA
Grupos nómades dedicados a la recolección, caza y pesca, estuvieron en los orígenes de la civilización andina. Muestras de esa antiquísima presencia humana son las pinturas rupestres dejadas en Huiquiasa, Carachilla, Punquini, Chilcuru, Corani y Coasa, lugares ubicados en algunos distritos de la actual Carabaya.
Como pueblo sedentario los Callahuayasse ubicaron en los espacios de la Cordillera de los Andes que mira hacia el oriente. En tanto otro grupo cercano a ellos, los Mashcos, de clara prosapia Arahuak, ocupó la parte norte de la cordillera de Carabaya entre los ríos Inambari y Madre de Dios.
Es comúnmente aceptada la afirmación según la cual el origen del pueblo Kallawaya se remonta a la época de esplendor de la cultura Tiawanaco, desaparecida en el siglo XI de nuestra era. Luego del colapso de esta gran cultura, los Kallawaya fueron tal vez uno de los grupos que peleaban por la hegemonía en el Collao, en especial en torno a las tierras adyacentes al lago Titicaca; lucha que cesó cuando los collas (llamados “aimaras” desde la invasión española) venidos de Copiapó y Atacama, invadieron violentamente la meseta, dominando –entre otros ocupantes de ella- a los Kallawayas y empujándolos hacia la franja de la cordillera oriental.
Los Kallawaya, antes de ser incorporados por los Incas a su organización estatal, constituían un señorío independiente, situado al norte del Lago Titicaca, en la región caracterizada por las cordilleras de Apolobamba y Carabaya. El famoso arqueólogo y antropólogo John Rowe[i], considera a los Kallawaya como uno de los señoríos aimaras coetáneos a los Lupaccas, Collas y Pacajes.
Durante el incario, los cusqueños incorporaron esos pueblo y territorio al imperio y gobernaron desde Sinchi Roca. En esa época, los amautas tenían conocimiento de las propiedades curativas de ciertas plantas y un gran número de curanderos ambulantes, esto es, los Callahuayos, se internaban en los bosques para recogerlas, ganando prestigio como médicos viajeros que recorrían regiones de varios países.
Los invasores hispánicos, noticiados de la riqueza aurífera de Carabaya y de la no probada existencia de Paititi o El Dorado, supuestamente ubicado en el llano de la amazonia, intentaron encontrar los muy mentados fabulosos tesoros.
El primero que se internó en la abigarrada floresta en búsqueda del “País del oro y de la canela” fue Pedro de Candia que salió del Cusco el año 1538 con una expedición que llegó hasta el mismo llano amazónico. Ese viaje fue tan trágico como los que siguieron: Pedro Azures de Campo Redondo en 1538; Pedro Álvarez de Olguín 1541; Francisco Hernández de Girón 1549; Gómez de Tordoya 1561; Antón de Gasto 1562[ii].
El escritor puneño Teobaldo Loayza refiere con detalle la incursión de Pedro de Candia y Pedro Anzures[iii] en la que “habíanse muerto de hambre y enfermedad ciento cuarentitrés españoles y más de cuatro mil indios e indias y habíanse muerto y comido doscientos veinte caballos”; esto entre otros muchos datos.
“Durante la época del Coloniaje todo el espacio Kallawaya fue ex­plorado por los españoles. Y aunque sus riquezas eran iguales en sus tres rei­nos, dieron preferencia a la explotación de sus minerales, porque ellos reportaban para la corona mayores benefi­cios” y porque se trataba del yacimiento aurífero más rico del Perú.
Es probable que producida la invasión española, los kallawayas que estaban al servicio de la corte incaica regresaran a refugiarse en sus comunidades originarias. Sus conocimientos sobre las artes curativas sobrevivieron durante la colonización. “Guardaron celosamente los secretos de sus saberes y habilidades, transmitidos de forma oral sólo de padres a hijos utilizando una lengua propia”[iv]que muchos sostienen fue el uro-puquina.
En el virreinato, los españoles supieron de la riqueza minera del altiplano especialmente de Carabaya donde establecieron uno de los corregimientos altiplánicos y explotaron en volúmenes apreciables el oro de la región.
En la época de la lucha por la emancipación, cuando el virrey Juan Antonio de Mendoza administraba el poder colonial, el carabaíno Juan Santos Atahualpa provocó la gran revolución reivindicadora de 1742. Santos era un indio noble inca de Carabaya. Por lo demás, en 1780 Carabaya aportó con centenares de hombres para el ejército del General Vilca Apaza, que se levantó en armas desde Azángaro.
Pablo Cingolani[vi] refiere que ”Hacia el siglo XII de la era presente, organizaron su propio señorío, luego del declive del imperio teocrático de Tiwanaku. Escribe Thierry Saignes que el Kurakazgo de los Kallawayas estaba dividido en dos mitades: la mitad superior formó la provincia de Hatun Carabaya (Carabaya La Grande; cuyos territorios hoy forman parte de la República del Perú). La cabecera era Sandia y eran importantes los pueblos de Ollachea y de Ayapata; el señorío tenía relaciones fluidas con el Kollasuyu, hay documentos que prueban el traslado a Phara y a las minas de oro de mitimaes desde el Collao”.
La otra mitad era Carabaya la chica, la mitad inferior, y tenía por capital a Charazani e incluía los pueblos de Moco Moco, Carijana y Camata.

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